Lo cierto es, que sin importar el método en que un virus ha
llegado a nuestra puerta, ya sea en una conspiración mundial elaborada en algún
laboratorio o como consecuencia natural de la mutación viral transespecie lo
cierto es que el virus ha llegado para quedarse.
Guardados en nuestras casas, para aquellos que podemos guardarnos, y todos los efectos secundarios que trae consigo el nuevo inquilino de nuestro planeta, todo cuanto observamos hoy, no es más que la forma en que le damos la bienvenida.
Algunos entran con trompetas anunciando su triunfal arribo, otros montando una mula a Jerusalén mientras los reciben con palmas. Al covid-19, lo recibimos con miedo y algunos incluso le hacen un monumento de papel higiénico en sus despensas. Los afortunados podrán aburrirse en sus casas, los pobres seguirán con mayor desesperación contando los granos de arroz y frijol que les quedan antes de terminar de comerse las uñas. Y nuestros ancianos algunos temerosos en sus casas y otros que fingen que no entienden nada, cuando lo entienden todo y salen calmadamente a alimentar a las palomas al parque, porque si la muerte a de llegarles como dijo Pedro Infante, "Si me han de matar mañana, que me maten de una vez".
Para aquellos que no sabemos de economías globales, tan solo somos testigos de que el huevo vuelve a ser un producto para ricos y donde antes comían cuatro ahora comen tres.
Lentamente el mundo se hecha una bocanada de paz, los niveles de Co2 bajan, y los cisnes nadan en los canales de Venecia. Aguas tranquilas y la humanidad quieta, temerosa a respirar o darse un abrazo. Sin embargo, ¿cuántos extrañan en realidad el contacto humano? Las redes sociales ya habían acaparado nuestra atención y la forma en que nos relacionamos entre nosotros, ¿Quién necesita un café con los amigos, cuando se puede tener un montón de pulgares y corazones desde la seguridad de nuestra cocina? La humanidad ya estaba presa pero no queríamos darnos cuenta. Los niños saturados de tareas en línea, aprenden mucho más rápido no gracias a las técnicas modernas, ni a las estrategias de sus maestros de clase, ni por la ayuda de sus padres, todos se lo deben a los videos en YouTube. Ahora el estudiante puede ir al baño cuando lo necesita, comer en clase, escuchar música, pero lo más importante poner pausa, regresar el video y consultar dos o tres videos del mismo tema, hasta que logra entender el ejercicio, sin que el profesor se moleste, se impaciente o le diga que tiene que estar callado.
La llegada silenciosa del Covid-19 cambia por completo la perspectiva de la vida para toda la humanidad. Se terminaron las manifestaciones, los monumentos dañados, la controversia y el escándalo. Los trabajos se realizan desde casa y los autos se quedan guardados. Escuchar a alguien toser puede causar el mismo miedo que el escuchar un balazo.
Pero toda ira pasando, y tendremos que cuestionarnos lo que estamos observando. El Covid-19 no se irá a ninguna parte, lentamente nos acostumbraremos a su presencia, y aceptaremos que los riesgos de la edad es morir a consecuencia de adquirir este virus.
Si bien para muchos la muerte es una tragedia, la economía del mundo lo agradece, menos pensiones, menos gasto de servicios de salud a población vulnerable. El Covid-19 es un perfecto moderador de la población mundial de edad avanzada, ya sea que fuese planeado o un golpe de suerte para las grandes corporaciones que estaban cansadas de pagar tantas pensiones a una población poco consumista y nada productiva. Hoy faltan ventiladores y camas en los hospitales, pero mañana sobraran. La realidad es que el equipo y los ventiladores, ya hacían falta en los hospitales.
No me sorprendería que la naturaleza nos enviase un Covid-21, especializado en atacar a los marginados a los pobres, los desnutridos y a los de más bajos recursos.
El mundo está cambiando, la presencia de nuevos virus, tan solo acelera un proceso que ya se estaba dando y que resulta necesario para nuestra propia sobrevivencia. Ya sea que uno crea en las grandes conspiraciones o en los actos sabios de la naturaleza, un virus, un ser no vivo, nos ha obligado a quedarnos quietos, a implementar nuevas formas de trabajar, de estudiar y con el tiempo incluso nuevos métodos para que todos encontremos la forma de seguir sobreviviendo en este nuevo mundo que comienza.
Quizás mañana nos abramos las puertas en una realidad virtual, recibamos nuestros alimentos en la puerta de nuestras casas y los estudios se realizarán en la sala o en la recamara de los estudiantes. Ya nos enamoramos en nuestros perfiles de Facebook, Instagram o en el Xbox Live, incluso ya nos casamos con nuestras parejas virtuales y hacemos el amor a una muñeca o muñeco de silicona ultra real hecha a nuestra medida y gustos.
Escalofriante puede ser nuestro futuro quizás, sin embargo, ¿qué pensaran de nosotros las próximas generaciones? porque sí, habrá nuevas generaciones que no conozcan otra forma de vivir que no sea desde sus casas contactados a la red, si algo ha caracterizado al ser humano es que somos una especie difícil de exterminar, pero, sobre todo, altamente adaptable.
Guardados en nuestras casas, para aquellos que podemos guardarnos, y todos los efectos secundarios que trae consigo el nuevo inquilino de nuestro planeta, todo cuanto observamos hoy, no es más que la forma en que le damos la bienvenida.
Algunos entran con trompetas anunciando su triunfal arribo, otros montando una mula a Jerusalén mientras los reciben con palmas. Al covid-19, lo recibimos con miedo y algunos incluso le hacen un monumento de papel higiénico en sus despensas. Los afortunados podrán aburrirse en sus casas, los pobres seguirán con mayor desesperación contando los granos de arroz y frijol que les quedan antes de terminar de comerse las uñas. Y nuestros ancianos algunos temerosos en sus casas y otros que fingen que no entienden nada, cuando lo entienden todo y salen calmadamente a alimentar a las palomas al parque, porque si la muerte a de llegarles como dijo Pedro Infante, "Si me han de matar mañana, que me maten de una vez".
Para aquellos que no sabemos de economías globales, tan solo somos testigos de que el huevo vuelve a ser un producto para ricos y donde antes comían cuatro ahora comen tres.
Lentamente el mundo se hecha una bocanada de paz, los niveles de Co2 bajan, y los cisnes nadan en los canales de Venecia. Aguas tranquilas y la humanidad quieta, temerosa a respirar o darse un abrazo. Sin embargo, ¿cuántos extrañan en realidad el contacto humano? Las redes sociales ya habían acaparado nuestra atención y la forma en que nos relacionamos entre nosotros, ¿Quién necesita un café con los amigos, cuando se puede tener un montón de pulgares y corazones desde la seguridad de nuestra cocina? La humanidad ya estaba presa pero no queríamos darnos cuenta. Los niños saturados de tareas en línea, aprenden mucho más rápido no gracias a las técnicas modernas, ni a las estrategias de sus maestros de clase, ni por la ayuda de sus padres, todos se lo deben a los videos en YouTube. Ahora el estudiante puede ir al baño cuando lo necesita, comer en clase, escuchar música, pero lo más importante poner pausa, regresar el video y consultar dos o tres videos del mismo tema, hasta que logra entender el ejercicio, sin que el profesor se moleste, se impaciente o le diga que tiene que estar callado.
La llegada silenciosa del Covid-19 cambia por completo la perspectiva de la vida para toda la humanidad. Se terminaron las manifestaciones, los monumentos dañados, la controversia y el escándalo. Los trabajos se realizan desde casa y los autos se quedan guardados. Escuchar a alguien toser puede causar el mismo miedo que el escuchar un balazo.
Pero toda ira pasando, y tendremos que cuestionarnos lo que estamos observando. El Covid-19 no se irá a ninguna parte, lentamente nos acostumbraremos a su presencia, y aceptaremos que los riesgos de la edad es morir a consecuencia de adquirir este virus.
Si bien para muchos la muerte es una tragedia, la economía del mundo lo agradece, menos pensiones, menos gasto de servicios de salud a población vulnerable. El Covid-19 es un perfecto moderador de la población mundial de edad avanzada, ya sea que fuese planeado o un golpe de suerte para las grandes corporaciones que estaban cansadas de pagar tantas pensiones a una población poco consumista y nada productiva. Hoy faltan ventiladores y camas en los hospitales, pero mañana sobraran. La realidad es que el equipo y los ventiladores, ya hacían falta en los hospitales.
No me sorprendería que la naturaleza nos enviase un Covid-21, especializado en atacar a los marginados a los pobres, los desnutridos y a los de más bajos recursos.
El mundo está cambiando, la presencia de nuevos virus, tan solo acelera un proceso que ya se estaba dando y que resulta necesario para nuestra propia sobrevivencia. Ya sea que uno crea en las grandes conspiraciones o en los actos sabios de la naturaleza, un virus, un ser no vivo, nos ha obligado a quedarnos quietos, a implementar nuevas formas de trabajar, de estudiar y con el tiempo incluso nuevos métodos para que todos encontremos la forma de seguir sobreviviendo en este nuevo mundo que comienza.
Quizás mañana nos abramos las puertas en una realidad virtual, recibamos nuestros alimentos en la puerta de nuestras casas y los estudios se realizarán en la sala o en la recamara de los estudiantes. Ya nos enamoramos en nuestros perfiles de Facebook, Instagram o en el Xbox Live, incluso ya nos casamos con nuestras parejas virtuales y hacemos el amor a una muñeca o muñeco de silicona ultra real hecha a nuestra medida y gustos.
Escalofriante puede ser nuestro futuro quizás, sin embargo, ¿qué pensaran de nosotros las próximas generaciones? porque sí, habrá nuevas generaciones que no conozcan otra forma de vivir que no sea desde sus casas contactados a la red, si algo ha caracterizado al ser humano es que somos una especie difícil de exterminar, pero, sobre todo, altamente adaptable.
No lo sé, el futuro es un misterio, ¿Qué piensa usted?
